STALKER: Paco Díaz

“La belleza caduca, la muerte vence. No somos eternos, pero el arte sí.”

Paco Díaz

 

Esta muestra es un homenaje a la película STALKER de Andréi Tarkovsky, de la cual esta exposición toma el nombre.

 

Díaz realiza cuadros, dibujos y fotografías donde el paisaje y la arquitectura son el medio para hablar de la necesidad de encontrar un lugar de acogida. De nuestro afán por trascender, cruzar fronteras, elevarnos para poder ver aquello que permanece oculto desde nuestra posición de partida. O del miedo a lo desconocido cuando nos adentramos en territorios alejados del hogar.

En noviembre de 2015, el artista expuso en el Colegio de España en París, fecha que coincide con los atentados en la ciudad. Él mismo afirma que al entrar al cementerio de Père-Lachaise, el ambiente le recordó a la película. Según cuenta “El plomizo cielo de París recordaba al de la película, así como la fría luminosidad y la humedad. La parte viva del cementerio, con sus árboles torcidos, plantas creciendo entre tumbas y musgo cubriéndolas, se revelaba a su domesticación. Vegetación que engulle lo hecho por el hombre, oxidando, agrietando y desmenuzando. Como en Stalker.”

Al día siguiente de la visita a Père-Lachaise, descubrió el cementerio de Montparnasse. Y se dedicó a fotografiar de forma obsesiva las flores de cerámica, que ahora presenta a través de fotografías pensadas para perdurar, impresas con tintas minerales sobre papel de algodón hecho a mano, que al final el tiempo consumirá; o no. Estas flores de cerámica sobre lápidas, no huelen ni mueren, aspiran a ser eternas como lo que yace por debajo de ellas.

La fascinación por la película le viene de lejos, y otras series anteriores como “Al fin una casa” también le deben mucho al film de Tarkovski. No obstante, en esta exposición se remonta un poco más allá, pues utiliza las herramientas propias de uno de los géneros más transitados de la historia del arte, la vanitas: por lo general, un conjunto de objetos que en una primera lectura parecen elegidos y dispuestos de forma casual y cuya misión no va más allá de la seducción y la demostración de la pericia del artista. Aunque en una lectura más detenida, el ojo entrenado puede descodificar símbolos y mensajes.

Según Díaz explica “estas son flores de cerámica a prueba de lluvia heladas, al calor de agosto y los vientos de marzo. Flores artificiales que con sus brillantes colores parecen flotar sobre las lápidas de piedra gris. Una artimaña que tiene fecha de caducidad. El tiempo siempre gana, mella la dura cerámica y termina partiéndola. El musgo, los hongos y los líquenes aparecen entre los falsos pétalos. Lo ordinario, plantas humildes y pequeños organismos emergen de lo extraordinario y acaban apropiándose de las flores falsas.”

Aquí, el paisaje se convierte en bodegón, potenciando un claroscuro de raíz barroca. El detalle a descubrir, es lo natural que se abre paso entre lo artificial.