ANFIBOLÓGICO: Gabriel da Silva

La obra pictórica de Gabriel da Silva establece sus bases en la ambigüedad, el juego y el cruce desprejuiciado de iconografías. Su propuesta es capaz de nutrirse de referencias que habitan en el santoral afrobrasileño, de ilustraciones extraídas de libros de carácter científico o del universo simbólico del Bosco. Este extraño menú de apropiaciones no es digerido con la intención de traducir críticamente unas realidades culturales que le interesan, sino que busca establecer una suerte de palimpsesto visual basado en la sobrecarga y polivalencia de significados. La figura retórica que da título a esta exposición, Anfibológico, incide directamente en esta pretensión polisémica de la imagen; sus obras son, en definitiva, artefactos capaces de ser interpretados con diversos niveles de lectura según el público que lo reciba y el contexto de emancipación que le albergue.

 

Este sentido huidizo en lo temático encuentra uno de sus agentes causales en el propio desarrollo gráfico del motivo. El dibujo, auténtico armazón de su propuesta visual, parece inmerso en un constante estado de devenir que modula los micro-universos que estructuran cada imagen. En conversación, el artista insiste en la ausencia de bocetos y en el carácter intuitivo del proceso de la obra. El gesto iría, entonces, deglutiendo el impulso de un pensamiento plástico en el que, por otro lado, percibimos que hay numerosas pautas de orden compositivo. Hablaríamos entonces de una cierta espontaneidad en la manera de abordar la imagen y que, finalmente, se traduce en numerosas idas y venidas en el desarrollo narrativo. 

 

Procedente del mundo del graffiti y afincado profesionalmente en el ámbito de la publicidad, Gabriel da Silva ha logrado encontrar una vía intermedia para el desarrollo de las obras que contemplamos en esta exposición. Y si bien estas piezas contienen numerosos guiños al arte urbano y a la imaginería de los mass media, también incorporan una exuberante estética de lo bizarro que le enlaza con una genealogía de pintores actuales, de Gary Baseman a Sergio Mora, asentados en terrenos visuales mágicos, monstruosos, extraños, irreverentes, pero sobre todo, profundamente divertidos.

 

Carlos Delgado

 

 

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